No me hables de crianza respetuosa.

No me hables de crianza respetuosa si no tenés compasión por tus padres.

Si estás pisando los 30 y les echás la culpa de todos tus males.
Si transformaste tu mapaternidad en una obsesión salvaje por no ser como ellos.
Si los cuestionás con violencia, escondiéndote atrás de libros o métodos.
Si insistís en explicarles cómo tendrían que haber sido padres.

El respeto tiene que ir para abajo, pero también para arriba.

¿Acaso no deseás que el día de mañana tu hijo o hija te miren con compasión?
Que sepan que todo lo que hiciste fue con amor.

Nos deseo eso. Dejar un poco la soberbia y aceptar que somos gracias a lo que ellos fueron.

Perdón a las fundamentalistas, pero aun con sus falencias, aun en la pobreza, aun en la ignorancia… algo sabían los viejos.

Si hay algo que me incomoda es esto de cuestionar a los abuelos. De retarlos. De no dejarlos ser.

Sí, yo también leo los mismos libros que vos y le compro juguetes Montessori.
Soy team movimiento libre, pantallas cero y comida saludable.

Pero cuando están con los abuelos, están con los abuelos.

¿Y qué más quiero yo en esta vida que mi hijo pueda disfrutar a mis papás?
¿Cómo no voy a confiar en ellos, si soy así gracias a cómo me educaron?
Ojalá mi hijo pueda vivir un cuarto de lo que yo viví con mis papás.

Basta de obsesión.
Dejen a los abuelos ser abuelos y aprovechen lo más lindo de ser padres:
entender, valorar y amar aún más a los tuyos.

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