Te propongo un experimento. No sé cómo va a salir, pero siento que es por acá. Vengo fallando estrepitosamente en mi misión de hacerte entender por qué aprender es el eje. Ese lugar por donde todo pasa, se articula y cobra sentido. Saber estudiar. Generar pensamiento crítico. Decidir por vos mismo. Crear una vida con sentido, elegida, sin repetir mandatos. Para todo eso necesitás aprender. Aprender de verdad. No acumular datos. Sino construir conocimiento. Saber con el cuerpo. Comprender el mundo para habitarlo con intención. Pero no le das importancia. No me das bola. Y no invertís en eso. Así que decidí cambiar de estrategia. En este nuevo proyecto voy a mostrarte cómo funciona en tiempo real. ¿Hace falta dinamitar el sistema educativo? Probablemente. Pero no puedo hacer nada con eso. No todavía. Lo que sí puedo es empezar desde el principio. Desde el cuerpo. Desde el amor. Desde lo vivo. Después hablaremos de cómo tomar decisiones, de cómo entender lo que pasa en el mundo, de cómo vivir con sentido. Pero todo eso empieza acá. En la base. En los primeros vínculos. En cómo y con qué lenguaje nos reciben. En cómo se construye una subjetividad. En cómo se aprende a confiar en el mundo, o no. Y lo voy a hacer con mi hijo como espejo y conejillo de Indias. Te voy a mostrar desde la génesis de la vida lo que significa vivir aprendiendo. Aprender como modo de estar en el mundo. Como brújula. Como latido. Conectado con la intuición —que es amor, sobre todas las cosas— y que empieza ahora. Te invito. Si sos mamá o papá y no te cierra lo que ves. Si estás cansado de repetir sin entender. Si te toca reconstruirte, o si el niño que fuiste te anda tocando la puerta. El tiempo no es lineal. Estamos viviendo en muchos tiempos al mismo tiempo. Y sí, podemos cambiar el pasado. Mientras mi hijo crece, yo tengo el changüí de volver a cada hito de mí. Y lo voy a usar. No solo voy a hablarte de las necesidades reales de un niño (que, spoiler: también son las tuyas). También quiero animarme a vivir distinto. Y espero no ser la única. El experimento es este: Ver en tiempo real cómo el aprendizaje es el modo de conectar todo. Cómo le da cuerpo y estructura a la vida. Cómo puede ser una forma de sanación. De construcción. De libertad. Niños sanos, adultos con propósito. Vidas ancestrales, simples, mundanas. Amor y rigor por igual. Y sin tanto humo y espejitos de colores. Con amorrrrr y ganas de cambiar el mundo a tarascones, Lucerito.